Amanecí otra vez
Entre sudores
Y desperté llorando
De tristeza
Me cobijé la cara
Por no verlo
Y así seguir soñando
Qué PODEMOS
Yo me quería olvidar
Del resultado
Y no tape mis ojos
A la tele
Y allí pasaron muchos
Muchos datos
Cuando llegué al pepé
Apareció Rajoy y entró en mi casa
Qué cosa más horrible cuando le vi la cara y vi que había ganado
Me volví meter
Entre las manos
Y allí seguían diciendo
Muchos datos
Y no apague la tele con el mando
Y así pasaron muchos
Muchos años
RfCs
Póngase esta musica:
lunes, 21 de diciembre de 2015
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Amanecer, de F. W. Murnau
Joder, no sé
por qué pero existe una particularidad que marca la disposición del visionado
de una película y en el caso concreto de esta, la que desconocía por completo, (lo
que por otro lado es natural tratándose de la que se trata), pero la
disposición era un tanto forzada, traída, medio obligado por una recomendación
a la que tarde o temprano me veo en la obligación de pasar factura, o lo que es
lo mismo devolverla y comentarla con el recomendador, a quien tengo por sabio exquisito.
Pero ya sabemos cómo son estas cosas, lo que le gusta a uno no le gusta a otro
y aunque seas un perfecto sumiller conocedor de matices y delicados tonos, el “tragaldabas”
no alcanza a reconocerlo aunque también se mueva en el terreno de los gustos,
bueno…, pues lo mismo en otras artes, incluso la cinematográfica, entiéndaseme.
Es natural
que enfrentarse a una película en blanco y negro y ¡muda! las sensaciones sean
extrañas y puedan tirar por tierra un posible disfrute en el acto (el acto cinematográfico)
Está claro que uno está acostumbrado a lo que está en estos terrenos, sobre
todo en lo referido al color y sonido, principalmente a los diálogos aunque la música
le aporta el punto melodramático que
tanto afecta. Por otro lado hace ya tiempo que comprendí y esta película me lo reafirma,
el lenguaje del cine. Con el Acorazado Potemkin se produjo en este arte una
especie de iniciación y que aunque pudiera no parecerlo tampoco ha habido
demasiados cambios desde entonces aunque efectivamente sí que los haya habido,
pero leves, puesto que una vez, como digo descubierto el lenguaje, esto es la
manera de hacer comprensible lo que se nos muestra mediante imágenes y personajes
que un grupo actoral interpreta y un posterior montaje de las escenas, prácticamente
sobra todo. (en alguna ocasión creo recordar haber oído por parte de algún
entendido lo innecesario del sonido en una película). Vale, es cierto que ahora
mismo es impensable una película muda, de hecho el cine es un espectáculo, además
de industria, concebido para el entretenimiento principalmente, cabalgando a
lomos de la fantasía, lo soñado o lo deseado, a lo sumo actualmente nos podemos
encontrar con la presentación de una película muda pero que se queda en algo
anecdótico alejándose de la manera como el cine se hace y se vende. A pesar de todo,
recientemente se han estrenado un par de ellas, que recuerde ahora mismo, “The
Artirs” ganadora de algún Óscar y en España “Blancanieves” en la que trabajaba
mi admirada Maribel Verdú, ambas igualmente mudas y en blanco y negro.
Con
Amanecer, (después de verla comprendo el título fascinado) producida en 1927 y
ganadora de tres Òscar en la primera ceremonia de entrega, lo que se hizo en
una cena privada, al tratarse de lo que anteriormente decía por ser esta una película
muda, uno comienza su visión un tanto extrañado necesitando como una
readaptación a un universo primitivo aunque no por ello incomprensible pues
rápido se comienza a pesar del esfuerzo de atención a introducirse en él. A
pesar de todo estamos hablando de lo mismo de siempre pero quizás, más puro y,
no por inocente, ni ingenuo, sino en el estricto sentido de entender las
relaciones humanas. A partir de ahí, sucede todo, todo lo imaginable, y lo hace
con una belleza extraordinaria., el engaño, los celos, el miedo, el temor, la
redención, la pasión , la redención, la locura, el bien, el perdón , la
salvación, el odio, la risa, el valor, el mal, el amor, la complicidad, la alegría,
el llanto, la sombra, a veces hay una danza lenta, a veces cuadros pictoricos,
a veces comedia, a veces, tragedia, todo va sucediendo en un terrible crescendo
emocional, intensamente mostrado, fieramente comprendido, deliciosamente
depurado.
Una obra
maestra, una maravilla, una pasada.
Rafael
Cuevas
martes, 15 de diciembre de 2015
Manuela Carmena en el barrio
Ayer día 14 de diciembre a las 17:30 horas con una sorprendente puntualidad se presento el el Barrio del Lucero la actual alcaldesa de Madrid y baje a verla.
Si bajé, quería verla en persona como no se acostumbra a ver a este tipo de personajes o como se quiera llamar, políticos, gente famosa, conocida, de otra dimensión, qué se yo, especiales..., y lo hice no por esa vergonzante idolatría al famoseo, no, sino como reconocimiento personal a la admiración que la tengo, lo que en realidad me lleva a preguntarme por qué.
Me cae bien por si misma, por una honradez que percibo en ella, su ideario, su historia tan vinculada al compromiso, por sus propuestas, por su tolerancia, por sus actos..., cosas todas ellas por las que creo es difícil no empatizar y si me gusta por sí misma, más me gusta cuando veo como con ridículas tretas e idiotas argumentos la oposición política quiere ganarla terreno cayendo en la infamia infumable que ofende al mas elemental sentido común.
La ví muy mayor, correcta, educada, atenta a lo que le contaban y que imagino poco le interesará ya que no es de su interés y, en cuanto a lo que pudiera suponer al propio ayuntamiento, pues una micro-micra, con todos y tantos asuntos de enjundia que tendrá que tratar. Pero a pesar de todo esto allá que se fue con muy poca compañía oficial que no fuera como dos o tres personas de confianza que pudiera tener a su lado. Escuchó con aparente atención y disposición lo que le acosaban alrededor de ella. al pasar delante de una mujer que igualmente había ido a verla con alguna amiga la dio la bienvenida a nuestro barrio. Un barrio que si lo es..., es gracias a los próximos a la asociación de vecinos que tanto construyen por él, que no por el resto de los tantos habitantes que por allí vivimos casi como en ciudad dormitorio y que ni tienen ni quieren tener vínculos de fuerza con lo que supone debe de tener un barrio, socialización, en los colegios, en los mercados, en las plazas, en los parques, en los bares...
Lo que más me impresionó de Manuela es el señorío de su planta, de su presencia. A diferencia de la que era la reina de España Sofía, con la que tuve ocasión de cruzarme en proximidad y a la que igualmente aprecié esa cierta elegancia de la nobleza, pero en cierto modo fingida, en Manuela se siente la elegancia de la personalidad asociada con su presencia, lo que le otorga la nobleza en grado sumo, la que la convierte en nuestra princesa. La princesa del pueblo.
Viva Manuela
Si bajé, quería verla en persona como no se acostumbra a ver a este tipo de personajes o como se quiera llamar, políticos, gente famosa, conocida, de otra dimensión, qué se yo, especiales..., y lo hice no por esa vergonzante idolatría al famoseo, no, sino como reconocimiento personal a la admiración que la tengo, lo que en realidad me lleva a preguntarme por qué.
Me cae bien por si misma, por una honradez que percibo en ella, su ideario, su historia tan vinculada al compromiso, por sus propuestas, por su tolerancia, por sus actos..., cosas todas ellas por las que creo es difícil no empatizar y si me gusta por sí misma, más me gusta cuando veo como con ridículas tretas e idiotas argumentos la oposición política quiere ganarla terreno cayendo en la infamia infumable que ofende al mas elemental sentido común.
La ví muy mayor, correcta, educada, atenta a lo que le contaban y que imagino poco le interesará ya que no es de su interés y, en cuanto a lo que pudiera suponer al propio ayuntamiento, pues una micro-micra, con todos y tantos asuntos de enjundia que tendrá que tratar. Pero a pesar de todo esto allá que se fue con muy poca compañía oficial que no fuera como dos o tres personas de confianza que pudiera tener a su lado. Escuchó con aparente atención y disposición lo que le acosaban alrededor de ella. al pasar delante de una mujer que igualmente había ido a verla con alguna amiga la dio la bienvenida a nuestro barrio. Un barrio que si lo es..., es gracias a los próximos a la asociación de vecinos que tanto construyen por él, que no por el resto de los tantos habitantes que por allí vivimos casi como en ciudad dormitorio y que ni tienen ni quieren tener vínculos de fuerza con lo que supone debe de tener un barrio, socialización, en los colegios, en los mercados, en las plazas, en los parques, en los bares...
Lo que más me impresionó de Manuela es el señorío de su planta, de su presencia. A diferencia de la que era la reina de España Sofía, con la que tuve ocasión de cruzarme en proximidad y a la que igualmente aprecié esa cierta elegancia de la nobleza, pero en cierto modo fingida, en Manuela se siente la elegancia de la personalidad asociada con su presencia, lo que le otorga la nobleza en grado sumo, la que la convierte en nuestra princesa. La princesa del pueblo.
Viva Manuela
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